Oración efectiva para eliminar el mal de ojo en adultos y alejar las envidias
En Murcia, muchos podrían creer que el mal de ojo es solo una invención de las películas. Sin embargo, al preguntar en la familia, es probable que encuentres algún relato sobre enfermedades y cambios de humor extraños atribuidos a esta creencia ancestral. Aunque se ha tratado de desterrar de la mente colectiva, ha sobrevivido de generación en generación. Aunque pocos creen en su poder, es común escuchar historias sobre él en las noches de luna llena, alrededor del fuego, susurrando para evitar que salga a la luz. Pocos lo admiten, pero la mayoría confirman su existencia.
Test para identificarlo
La curandera tomó un candil y un tazón lleno de agua. Con cuidado, vertió el aceite del candil sobre el dorso de la mano izquierda de Andrés mientras ella rezaba unas jaculatorias que nadie alcanzaba a oír.
Una gota de aceite cayó en el centro del tazón, pero al tocar el agua se extendió rápidamente hacia los bordes del mismo. La curandera repitió la operación dos veces más, obteniendo el mismo resultado en ambas ocasiones.
Finalmente, la curandera pronunció una sentencia: "Está pasaíco, está pasaíco del mal de ojo", confirmándole a Andrés que su malestar era producto de dicha afección que ella conocía bien.
El Enigma del Mal de Ojo Desentrañando su Naturaleza
El mal de ojo, según Natalia Grau, es una dolencia que se atribuye a la energía negativa que una persona transmite a otra a través de pensamientos malignos, envidias o deseos maliciosos. Puede ser de forma consciente o inconsciente y, en algunos casos, la persona que lo siente intenta interrumpir la transmisión con un gesto físico como un pellizco o un empujón.
En su investigación sobre la medicina popular en el IV Congreso Nacional de Etnografía del Campo de Cartagena, Natalia Grau recopila testimonios que muestran que los síntomas del mal de ojo son similares en muchos casos: coloración amarillenta en la piel, falta de apetito, debilidad y somnolencia. Una familia en particular se vio afectada por estos síntomas en distintas ocasiones.
Algunos ejemplos de testimonios sobre el mal de ojo incluyen a María Dolores Jiménez, quien relata que en su familia siempre se ha creído que esta dolencia se manifiesta con una palidez en la piel, pérdida de apetito y tristeza. Por otro lado, Antonio de La Azohía cuenta que el aliacán provoca una debilidad extrema y una coloración amarillenta en la piel, lo que le genera una sensación de desánimo.
La Invocación para Librarse del Ojo Maligno
En función del lugar donde se encuentre, la interpretación de la fórmula se adaptará a la cultura local. Sin embargo, de poco servirá si no se aprende correctamente desde el primer momento o si se olvida con el paso del tiempo. Esto indica que esa persona no es la indicada para acabar con el mal de ojo. Cabe destacar también que el individuo que ejerce la eliminación de esta antigua maldición experimentará los mismos síntomas que la persona afectada, y es importante señalar que los padres no pueden proteger a sus hijos o familiares de ella.
En el nombre sagrado de Dios Padre, en el nombre divino de los ángeles caídos y de los guardianes celestiales que velan por la voluntad de los fieles seguidores. ¡Oh mi Padre! Te ruego en este momento que ayudes a este pequeño que se encuentra asediado por la envidia de quien solo desea el mal para sus semejantes.
Tú, poderoso y compasivo, lo puedes todo, Señor, y confío en que restaurarás su salud a su estado anterior de paz, felicidad y gloria. Te pido tu ayuda, Dios todopoderoso, porque solo Tú eres capaz. Amén.
El Rito
En cada lugar que visitamos, siempre hallamos aspectos en común. Una de esas prácticas comunes incluía el uso de retazos de tela de diferentes tonalidades (amarillo, rojo, negro y blanco), en los que el patrón que caía al fondo determinaba el tipo específico de curación y del aliacán utilizado. Otra variante era escribir el nombre de las personas en dichos trozos de tela.
Maria, una testigo de nuestro estudio, nos cuenta que cuando era niña, su tía cortaba los trapos de esta manera: "Ponía un vaso con agua y disponía de telas de lana en rojo, amarillo, negro y blanco. Las cortaba en tiras pequeñas como granos de arroz, que caían en el agua y según el color que llegase al fondo, se determinaba la calidad del aliacán." Al mismo tiempo que realizaba este proceso, la curandera pronunciaba una oración.
Dentro de la tradición rural, existen diversas formas de llevar a cabo remedios medicinales, entre ellas se encuentra la práctica de "ver el agua corriendo", mencionada por Natalia Grau en su artículo. La autora cita tres casos en los que se aplicó este método, dos de ellos en el Llano del Beal y otro en Santa Rosalía.
En la Historia
En épocas antiguas, la palabra aliacán se usaba para referirse a individuos que experimentaban periodos de tristeza. Si estos individuos eran niños o adolescentes, se les decía que estaban desganados y que habían perdido su energía de un modo evidente, lo que se conocía como estar alicaído. Incluso, a los jóvenes se les diagnosticaba a veces con "mal de amores".
Después de la guerra civil, esta "enfermedad" era muy común en niños y era frecuente que sus madres los llevaran a curanderas que prometían sanarlos, como La Tía Sota, La Poncilla o La Señora María.